INSTRUCCIÓN DIVINA (1)
Efesios 6:4 (RVC)
En el diseño de Dios y no hay nada que necesite mejoras o revisiones.
Su plan perfecto revelado en Su Palabra, para nuestro cuidado.
—> Que Dios me guíe y me enseñe.
—Dios instruye a Su pueblo del AT.
La porción del Señor es su pueblo;
Jacob es la herencia que le tocó. Lo encontró en un lugar deshabitado;
en un yermo horrible y solitario.
Lo atrajo hacia él mismo, y lo instruyó; ¡lo cuidó como a la niña de sus ojos!
—Deuteronomio 32:9–10 (RVC)
—En el hogar se ejerce Su instrucción.
Atiende, hijo mío, las correcciones de tu padre, y no menosprecies las enseñanzas de tu madre; adorno de gracia serán sobre tu cabeza,
y collares alrededor de tu cuello.
—Proverbios 1:8–9 (RVC)
—Instruidos para nuestra enseñanza y esperanza.
Las cosas que se escribieron antes, se escribieron para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos esperanza por medio de la paciencia y la consolación de las Escrituras.
—Romanos 15:4 (RVC)
—Dios nos enseña para llegar a Cristo.
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae. Y yo lo resucitaré en el día final. En los profetas está escrito: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que ha oído al Padre, y ha aprendido de él, viene a mí.
—Juan 6:44–45 (RVC)
—Instrucción de Dios, necesaria para la vida.
¿Acaso el que ara para sembrar se pasa todo el día abriendo surcos y rompiendo terrones? Más bien, en cuanto ha igualado la superficie derrama el eneldo, siembra el comino, pone el trigo en hileras, la cebada en su lugar y la avena en el surco apropiado. Y es que su Dios lo instruye y le enseña lo correcto…
—Isaías 28:24–26 (RVC)
—Su instrucción pasa generaciones de discípulos.
Tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que tenemos en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, encárgaselo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
—2 Timoteo 2:1–2 (RVC)
—Dios bendice, alegra, amonesta y premia a quien sigue Su instrucción.
Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro: da luz a los ojos. El temor del Señor es bueno: permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, y todos ellos justos. Son más deseables que el oro refinado
y más dulces que la miel que destila del panal. Con ellos, Señor, amonestas a tu siervo, y recompensas grandemente a quien los cumple.
—Salmo 19:8–11 (RVC)
El plan de Dios es perfecto, creó la vida para ser sustentada por Él.
La Palabra de Dios es perfecta en todo, revela la instrucción divina.
—> Somos dichosos haciendo Su voluntad.
En cambio, el que fija la mirada en la ley perfecta, que es la ley de la libertad, y no se aparta de ella ni se contenta sólo con oírla y olvidarla, sino que la practica, será dichoso en todo lo que haga.
Santiago 1:25 (RVC)
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