Majestad divina
Cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos siguiendo fábulas artificiosas, sino como testigos oculares de su majestad. 2 Pedro 1:16 (RV 2020) ¡Cuán asombroso, espléndido y magnífico es nuestro Dios! Jesús encarnó y demostró la majestad divina en sus palabras y obras. Cuando el muchacho iba acercándose, el demonio le derribó y le producía convulsiones, pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. Todos se admiraban ante la grandeza de Dios. Lucas 9:42–43 (RV 2020) Cuando Jesús expulsó al demonio del muchacho, los que lo presenciaron “se admiraban ante la grandeza (majestad) de Dios”. Pedro declaró que los apóstoles fueron “testigos oculares de su majestad” en la transfiguración (2 Pedro 1:16-18). En el mismo instante recobré la cordura, la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; fui restablecido en mi reino, y se me conced