Arruinado, extraviado
Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Mateo 9:36 (RV 2020)
Perderse es más que no saber dónde estás geográficamente. Significa arruinarse. Eso es lo que el pecado nos hace. Cuando Dios nos mira, ve ovejas perdidas, extraviadas, heridas y débiles.
Yo las sacaré de los pueblos y las juntaré de los países; las traeré a su propio país y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas y en todos los lugares habitados del país. En buenos pastos las apacentaré y en los altos montes de Israel estará su pastizal; allí dormirán en buen redil y con pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré an mis ovejas y les daré aprisco, dice el Señor. Yo buscaré a la perdida y haré volver al redil a la descarriada, vendaré a la perniquebrada y fortaleceré a la débil; pero a la engordada y a la fuerte destruiré: las apacentaré con justicia.
Ezequiel 34:13–16 (RV 2020)
Dios quiere buscarnos, traernos de vuelta, curar nuestras heridas y darnos fuerza (Ezequiel 34:16). Es por eso que Jesús vino, como el Buen Pastor de las ovejas extraviadas. Vino por salvar a los perdidos.
Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
Mateo 18:11 (RV 2020)
Pero, cada vez que un extraviado llega al reino de Cristo, hay una gran celebración (Lucas 15:6). Salvar a los perdidos es tan valioso para Dios que Él se regocija cuando se encuentra una alma perdida.
Y si sucede que la encuentra, os aseguro que se regocija más por aquella que por las noventa y nueve que no se descarriaron. De igual modo, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños.
Mateo 18:13–14 (RV 2020)
Hallamos misericordia en todo lo que Jesús ha logrado con Su sacrificio: salvación. Como Pablo, podemos ser ejemplo de Su clemencia, para vida eterna.
Esto que digo es muy cierto y digno de ser aceptado por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Por eso hallé misericordia, para que Jesucristo mostrara primero en mí toda su clemencia y así ser ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.
1 Timoteo 1:15–16 (RV 2020)
El Evangelio tiene el propósito de alcanzar con la salvación a toda persona. No llevar una vida extraviada (perdida, arruinada) a causa del pecado. Dios quiere que yo pertenezca a Su reino, ruega por más obreros llevando este mensaje que salva el alma.
Entonces dijo a sus discípulos: —Ciertamente, la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Mateo 9:37–38 (RV 2020)
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