Una mirada al infierno
No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Mateo 10:28 (RV 2020)
¿Seguro hacia dónde vas?, ¿seguro en el camino de “una vida feliz”? Sin considerar que nuestros actos malvados nos conducen al infierno. Y que no se pueden esconder.
Los pecados de algunos hombres se hacen evidentes antes de que lleguen a juicio, a otros se les descubren después. De igual modo se hacen evidentes las buenas obras; y las que no lo son, no se pueden esconder.
1 Timoteo 5:24–25 (RV 2020)
Debo cuidar del desprecio espiritual que haga por otra persona. Enojo y mal tratos no quedarán impunes.
Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga «Necio» a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga «Fatuo», quedará expuesto al infierno de fuego.
Mateo 5:22 (RV 2020)
Necesito tomar decisiones fuertes y drásticas por cuidar de mi. Ya que ciertos obstáculos nos pueden llevar al infierno.
Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y deshazte de él, pues mejor te es perder uno de tus miembros que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y deshazte de ella, pues mejor te es perder uno de tus miembros que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Mateo 5:29–30 (RV 2020)
Atención, la lengua puede ser un instrumento del infierno (Santiago 3:6), personas religiosas pueden convertirse en hijos del infierno (Mateo 23:15); ira y castigo eterno esperan (Mateo 25:46; Romanos 2:8-9), a muchos que acompañen al diablo y los suyos.
Y dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles…
Mateo 25:41 (RV 2020)
Además del castigo, también destrucción del cuerpo y el alma esperan en el infierno. Separación eterna de Dios (2 Tesalonicenses 1:6-9). Escuchemos la voz de Jesús y atendamos a Sus palabras para no ser echados al infierno.
A vosotros, amigos míos, os digo que no tengáis miedo a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden hacer nada más. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida tiene el poder de echar en el infierno. Así os digo: Temed a este.
Lucas 12:4–5 (RV 2020)
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