Vida feliz del Cristiano
No se angustie vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a prepararos un lugar. Y una vez me haya ido y haya preparado lugar, vendré de nuevo y os llevaré conmigo, para que estéis también donde yo esté. Ya sabéis a dónde voy y sabéis el camino.
Juan 14:1–4 (RV 2020)
El hecho de que seamos hijos de Dios y que tengamos una herencia eterna causa mucho gozo, vivir feliz es una condición segura, continua y provechosa.
Felipe respondió: —Si crees de todo corazón, puedes. Él respondió: —Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Mandó parar el carro, descendieron ambos al agua y Felipe le bautizó. Salieron del agua y el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no le vio más, pero siguió gozoso su camino.
Hechos 8:37–39 (RV 2020)
En tiempos bíblicos, convertirse en cristiano era un momento de gozo. Esta felicidad viene de saber que estás en paz con Dios; que eres un heredero de la gloria de Cristo. Cualquiera que esté deseando un lugar en el cielo ciertamente puede ser feliz.
Y si hijos, también herederos; ciertamente herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Romanos 8:17 (RV 2020)
Nuestra felicidad proviene de todas las bendiciones que tenemos en Cristo (Efesios 1:3), del amor fraterno entre hermanos (1 Tesalonicenses 4:9-10), hacer el bien a los demás (Efesios 2:10), enseñar la Palabra de Dios (1 Pedro 1:24-25). Porque nuestro Señor está cerca.
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos! Que vuestra bondad sea conocida por todas las personas. El Señor está cerca.
Filipenses 4:4–5 (RV 2020)
Hoy, la vida del cristiano es feliz porque tiene un destino seguro al lado de Dios. Por la eternidad.
Y oí una gran voz del cielo, que decía:
—Contemplad el tabernáculo que Dios ha establecido entre los seres humanos. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.
Apocalipsis 21:3–4 (RV 2020)
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