¿Problemas de memoria?
Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron; en la red que escondieron fue atrapado su pie. El Señor se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; en la obra de sus manos fue enlazado el malo. Los malvados serán trasladados al seol, esas naciones que se olvidan de Dios.
Salmo 9:15–17 (RV 2020)
Sea por pretexto o disculpa, se dice que el tiempo actual no favorece a la buena memoria, y el hombre olvida aún lo que es importante. El olvido acompaña al descuido, desinterés y desenfado, muy pocas cosas importan. Nos olvidamos de muchas cosas, lo más perjudicial para nosotros es que nos olvidamos de Dios.
Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo arrastran y lo seducen. Estos malos deseos conciben y dan a luz el pecado; y el pecado, una vez cometido, da a luz la muerte.
Santiago 1:13–15 (RV 2020)
Pero, no debemos olvidar las consecuencias del pecado (Romanos 6:23), la paga (el salario) con que nos recompensa es la muerte del alma (Efesios 2:1-3). No sabemos u olvidamos que Dios no tienta a nadie; que nuestros propios malos deseos nos “arrastran y seducen”, nos llevan a pecar y a morir.
El mar entregó los muertos que había en él; también la muerte y el infierno entregaron los muertos que había en ellos, y cada uno fue juzgado según lo que había hecho. La muerte y el infierno fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego.
Apocalipsis 20:13–15 (RV 2020)
Aunque permanecemos vivos, espiritualmente nos encontramos muertos para Dios, en delitos y pecados (Efesios 2:1). Porque nuestros nombres no están registrados en el libro de la vida. Nos olvidamos que todos seremos juzgados por lo que hicimos, y olvidamos que iremos a la muerte eterna por una vida de pecado.
Ahora, hermanos, os recuerdo el evangelio que os he predicado. Es el evangelio que recibisteis, en el cual seguís firmes. Por medio de este evangelio seréis salvos, si retenéis la palabra que os he predicado. De lo contrario, habréis creído en vano. En primer lugar os he enseñado lo que yo también recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…
1 Corintios 15:1–4 (RV 2020)
Pero, no debemos olvidar el Evangelio de Jesucristo, por medio del cual somos salvos si retenemos Su palabra para obedecerla. Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día, cada parte conforme a las Escrituras. Dejándonos el modelo de la obediencia al Evangelio.
Finalmente, Jesús se apareció a los once, mientras estaban ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y la dureza de corazón, porque no habían creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: —Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, mas el que no crea será condenado.
Marcos 16:14–16 (RV 2020)
No olvidemos: Jesús ordenó que obedezcamos al Evangelio, creer (tener fe) y ser bautizado (obrar la fe obediente). Pablo dijo que la justicia de Dios es revelada por fe (creer) y para fe (obrar la fe en obediencia), y todo esto “en el Evangelio” (Romanos 1:17), así es como el justo vive por una fe que obedece y no solamente por tener fe.
¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que por las obras su fe alcanzó la perfección? Y se cumplió la Escritura que dice: Abrahán creyó a Dios y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Como podéis ver el ser humano es justificado por las obras, y no solamente por la fe.
Santiago 2:22–24 (RV 2020)
No nos olvidemos que la Palabra de Dios se cumple en nosotros, así como “Abrahán creyó a Dios y le fue contado por justicia”; creyó, obedeció a Dios y obró su fe. Tampoco debemos olvidar que un día el Señor regresará para llevarnos a la morada eterna en el cielo (Juan 14:2-3); como Pablo, no olvides llevar adelante tu vida de fe, obrar tu fe y amar su venida. ¿Cómo está tu memoria?
Yo ya estoy próximo a ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:6–8 (RV 2020)
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