Turbio espiritualmente

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué la sazonaréis? No sirve ya para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por la gente. 

Mateo 5:13 (RV 2020)


La pureza espiritual es esencial para servir a Cristo, si eres sal no puedes perder tu sabor. Si tienes un propósito para obrar tu vida no deberías perder ese propósito. ¿Estás turbio o puro en tu vida espiritual?


Como fuente turbia y manantial sucio 

es el justo que vacila ante el malvado. 

Proverbios 25:26 (RV 2020)


Este proverbio revela las verdaderas consecuencias de alguien que no hace lo correcto ante un mundo de pecado: enturbian su pureza. La boca del justo es un "manantial de vida", puro y sano (Proverbios 10:11). Pero, cuando vacila espiritualmente su pozo es corrupto e inútil.


El temor del hombre le pone trampas; el que confía en el Señor está a salvo. Muchos buscan el favor del príncipe, pero del Señor procede la justicia para todos. Los justos detestan a los malvados, y los malvados detestan a los justos. 

Proverbios 29:25–27 (RV 2020)


Un hombre justo puede flaquear por varias razones: miedo, debilidad, favor y cansancio ante un mundo perdido. Puede temer consecuencias de su defensa de la verdad. Esto se convierte en una trampa para él (Proverbios 29:25). Las diferencias entre confiar y servir a Dios y no hacerlo están marcadas en principio. 


Por la fe Enoc fue traspuesto para que no viera la muerte, y no pudo ser encontrado, porque Dios lo traspuso; y antes de que fuera traspuesto, se testificó que él había agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. 

Hebreos 11:5–6 (RV 2020)


Actuar nuestra fe ante Dios nos permite ser agradables ante Sus ojos. El hombre justo es libre obrando la voluntad divina, vive la ley de la libertad (Santiago 1:25). Teme a Dios, no al hombre y es libre de actuar de una manera que agrade a Dios y satisfaga a su propia alma.


… a fin de perfeccionar a los creyentes para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Así ya no seremos niños fluctuantes, arrastrados para todos lados por todo viento de doctrina y por aquellos que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.

Efesios 4:12–14 (RV 2020)


Sólo un hombre fuerte espiritualmente (maduro en la fe) se destacará y será un ejemplo puro para los demás. No puedes ser débil y ceder al pecado, volviendo al fango del que viniste cuando estabas sin Cristo. ¿Estás turbio y embarrado o claro y limpio espiritualmente?


Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que volverse atrás después de haber conocido el santo mandamiento que les fue dado. Pero en ellos se ha cumplido la verdad del proverbio que dice: «El perro vuelve a su vómito, y la puerca recién lavada vuelve a revolcarse en el lodo». 

2 Pedro 2:21–22 (RV 2020)


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