Hijos e hijas del Rey
Pedro, tomando la palabra, dijo: —Ahora comprendo verdaderamente que Dios no hace acepción de personas. Él se agrada de todo aquel que le teme y hace justicia, sea de la nación que sea.
Hechos 10:34–35 (RV 2020)
A veces en la vida, “nuestros propios problemas" nos definen, cualquier circunstancia o condición que estemos enfrentando. Nuestra identidad se diluye en la realidad de nuestros problemas; no debo permitir que estos me definan.
Entonces dijo Dios: —Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y sobre las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre ella. Y creó Dios al ser humano a su imagen, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Los bendijo Dios…
Génesis 1:26–28 (RV 2020)
Nadie es sus propios problemas. Todos somos más que eso. Fuimos creados a imagen de Dios. Él nos amó tanto que envió a Su Hijo a morir por los pecados de cada uno y darnos una esperanza de eternidad con Él (Juan 1:29; 3:16; 14:6).
Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree no es condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Juan 3:16–18 (RV 2020)
Un relato en Marcos 5:25-34 y Lucas 8:43-48 nos muestra a una mujer sin identidad, parte del pueblo. Ella recibe compasión, sanidad del cuerpo y una identidad en Jesús. Muchos necesitan hoy la obra de Jesucristo en sus vidas.
… Gran multitud le seguía, constriñéndole. Entre la gente estaba una mujer que desde hacía doce años padecía hemorragias. Había sufrido mucho en manos de innumerables médicos, se había gastado en ellos todo lo que tenía sin provecho alguno, incluso empeoraba.
Marcos 5:24–26 (RV 2020)
Marcos y Lucas detallan el evento que llamó la atención de Jesús. Una mujer sin nombre tocó el borde de Su manto, ella sufrió por 12 años una hemorragia sanguínea, ningún tratamiento funcionó. Y fue sanada de inmediato por Jesús.
Pero una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía sin obtener remedio alguno para su mal, se acercó por detrás y tocó el borde del manto de Jesús. Al instante se detuvo la hemorragia. Entonces Jesús dijo: —¿Quién me ha tocado?
Todos negaban haberlo hecho. Pedro dijo: —Maestro, la gente te aprieta, te oprime y preguntas ¿quién me ha tocado?
Lucas 8:43–45 (RV 2020)
Esta mujer sin nombre es conocida en el relato bíblico por “su problema". En la Ley de Moisés (Levítico 15:25-33) se manda que sea aislada, usar mucha agua en su cuidado y se le contaba como impura, tratada como "inmunda".
Cuando quede libre de su flujo, contará siete días, y después quedará limpia. Al octavo día tomará consigo dos tórtolas o dos palominos y los llevará al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión. El sacerdote los ofrecerá, uno como sacrificio por el pecado y el otro como holocausto. Así el sacerdote la purificará del flujo de su impureza delante del Señor. Apartaréis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por su causa, por haber contaminado mi tabernáculo, que está en medio de ellos.
Levítico 15:28–31 (RV 2020)
“Esta es la ley para el que tiene flujo…” (Levítico 15:32-33) sea hombre o mujer. Quien enfermaba así debía ir gritando: “¡Inmundo!" porque si alguien le tocaba tendría que ir a bañarse y quedar impuro todo el día. Y ella buscó a Jesús.
Como había oído hablar de Jesús, se abrió paso entre la multitud y se acercó a él por detrás para tocar su manto, porque se decía a sí misma: «Si logro tocar tan solo su manto, me sanaré». E inmediatamente la hemorragia cesó y sintió que había sanado del mal que la azotaba. Al instante, Jesús se dio cuenta del poder curativo que había salido de él y volviéndose hacia la multitud preguntó: —¿Quién ha tocado mis vestidos?
Marcos 5:27–30 (RV 2020)
¡Qué fe tenía esta mujer! Ella reconoció la necesidad de Jesús en su vida y buscó el contacto con Él. Vino buscando tocarlo y ser sanada. Jesús tomó lo inmundo y lo hizo limpio. Hará lo mismo con todo el que le busca y necesita.
… la justicia de Dios por medio de la fe de Jesucristo, para todos y sobre todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.
Romanos 3:22–24 (RV 2020)
Necesitamos "tocar a Jesús" a causa del pecado; estamos muriendo sin Cristo. Ella vino "temblando" y se postró ante Él y “confesó toda la verdad” (Marcos 5:32-34), recibió salud y fue bendita del Señor, quien la llama "Hija".
Él seguía mirando alrededor para ver quién lo había hecho. La mujer se había dado cuenta de lo que le había ocurrido y, temerosa y temblando, fue hacia Jesús, se postró ante él y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: —Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de la enfermedad que te ha azotado.
Marcos 5:32–34 (RV 2020)
Jesús, levantó esta vida más allá de sus problemas, declaró a todos su valor real; el Señor transformó la identidad de esta mujer. No más una "inmunda", sino una hija del Rey. Hoy, Jesucristo desea lo mismo para ti, levantarte y que seas suyo(a).
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:6–7 (RV 2020)
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