La casa de Dios
Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, cuya principal piedra angular es Jesucristo mismo.
Efesios 2:19–20 (RV 2020)
Pertenecer al hogar de Dios es una gran bendición. El Creador del universo ha establecido un hogar, donde Su familia es reunida: la Iglesia. Según Pablo es "la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo", el reino del Salvador: Jesucristo.
Te escribo esto, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y soporte de la verdad.
1 Timoteo 3:14–15 (RV 2020)
Por voluntad del Salvador, cada uno somos añadidos a Su iglesia (Hechos 2:47), y desde entonces "hermanos y hermanas en Cristo"; perseverando en la enseñanza apostólica (Hechos 2:42), para dar honra, gloria y alabanza a Dios.
… alababan a Dios y tenían el aprecio de todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la iglesia a quienes habían de ser salvos.
Hechos 2:47 (RV 2020)
Desde el AT, esta fue la necesidad del salmista. Su pedido a Dios fue estar “en la casa del Señor todos los días de mi vida”, cerca del cuidado divino. Hoy, Dios recompensa a quien le busca (Hebreos 11:6), a través de una fe obediente a Él.
Una cosa he demandado al Señor,
esta buscaré: que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para buscarlo en su templo. Él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto.
Salmo 27:4–5 (RV 2020)
Ser de la familia de Dios crea el vínculo perfecto de hermandad entre cristianos fieles; en Antioquía, cuando oyeron hablar de una gran hambruna, ellos "acordaron socorrer a los hermanos que vivían en Judea" (Hechos 11:29).
Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Poned la mira en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Colosenses 3:1–4 (RV 2020)
Los cristianos participamos de una vida espiritual con Cristo en Dios, cuando resucitados en Él buscamos el cielo y su gobierno en nuestras vidas; la mayor bendición de ser de Su familia es que seremos “manifestados con Él en gloria”.
Lavaré en inocencia mis manos, y así, Señor, andaré alrededor de tu altar, para exclamar con voz de acción de gracias y para contar todas tus maravillas. Señor, la habitación de tu Casa he amado, el lugar de la morada de tu gloria.
Salmo 26:6–8 (RV 2020)
Un acto de adoración, en Su presencia para adorar, se centra en una vida de santidad; que me presente ante Dios “en inocencia”, con manos limpias, porque amo Su hogar. Es en la iglesia donde doy gloria a Dios, siempre (Efesios 3:21).
Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.
Hebreos 11:6 (RV 2020)
Necesitamos una fe que agrade a Dios, humilde, en obediencia y honestidad. Y ser agradecidos hoy por el hogar de Dios, una familia "de todo linaje,lengua, pueblo y nación" (Apocalipsis 5:9); ser parte de la familia que espera por Jesús.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay. Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a prepararos un lugar. Y una vez me haya ido y haya preparado lugar, vendré de nuevo y os llevaré conmigo, para que estéis también donde yo esté.
Juan 14:2–3 (RV 2020)
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