Agradecidos con Dios


 

Gracias te damos, Dios, gracias te damos, pues cercano está tu nombre; 

todos hablan de tus hechos portentosos. 

Salmo 75:1 (RV 2020)


El agradecimiento genuino es un gran beneficio personal, porque es muy raro e inesperado. Como Daniel, debemos ser abiertamente agradecidos a nuestro Dios por Su gracia (Daniel 6:10); sólo Él tiene el gobierno absoluto sobre todo.


Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa; abrió las ventanas de su habitación que daban a Jerusalén, y tres veces al día se arrodillaba y oraba a su Dios, dándole gracias como solía hacerlo antes. Se juntaron entonces aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. 

Daniel 6:10–11 (RV 2020)


Como el Juez y dador de Su Gracia, Dios es a quien rogamos por el cuidado diario. Cuando hagamos un hábito del expresar gratitud (primeramente) a Dios, y a las personas por lo bueno que hacen, nos sorprenderán los resultados.


Dije a los insensatos: «¡No os jactéis!»; y a los impíos: «¡No os enorgullezcáis; no hagáis alarde de vuestro poder; no habléis con cerviz erguida!», porque ni de oriente ni de occidente ni del desierto viene el enaltecimiento, pues Dios es el juez; a este humilla, y a aquel enaltece. 

Salmo 75:4–7 (RV 2020)


Así mismo, poder mostrar cómo estoy agradecido con Dios me brinda paz; y cómo la gratitud por lo que sí está bien disminuye mi ansiedad por lo que está mal alrededor. Nuestra actitud continua, de confianza en los designios del Padre.


No estéis preocupados por nada, sino más bien, dad a conocer vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.  

Filipenses 4:6–7 (RV 2020)


Oh, las bendiciones de Dios en nuestras vidas, ¿cómo no ser agradecidos por la vida y todo lo que sostiene nuestra existencia? Todo se encuentra en Sus manos, a nuestro favor por Su Gracia. Sí, podemos gloriarnos en Él, como suyos.


¡Alabad al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus obras entre los pueblos! ¡Cantadle, cantadle salmos! Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Señor. 

Salmo 105:1–3 (RV 2020)


Evidenciamos el amor del Padre por nosotros en humilde gratitud por ser Sus hijos (1 Juan 3:1); amando a nuestros hermanos en Cristo (Filipenses 1:3); con todas las bendiciones espirituales en Cristo (Efesios 1:3), por una vida pura en Él.

 

Mirad cuánto nos ama el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo ha conocido a él. Muy amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él también es limpio.  

1 Juan 3:1–3 (RV 2020)


Gracias son dadas a Dios por la victoria que tenemos en Jesucristo, sobre el pecado y la maldad con que el mundo nos aprieta; pero cercano está Dios a cada uno (Salmo 75:1), quienes ven Su amor y poder son capaces de alabarlo, por siempre.


Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 

1 Corintios 15:57–58 (RV 2020)


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