Correr la carrera en Cristo
Así que yo no corro sin tener una meta definida; no peleo dando golpes al aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto a disciplina, no sea que, después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado.
1 Corintios 9:26–27 (RV 2020)
Una genuina preocupación del cristiano fiel es llegar a la meta, en la carrera que tenemos por delante en Cristo. No será sencillo, no debe serlo; pero con Su ayuda, ejemplo y dirección me dispongo con Sus fuerzas lograr la meta definida.
Por lo tanto, nosotros también, que tenemos a nuestro alrededor tan grande nube de testigos, deshagámonos de todo lastre, y del pecado que nos embauca, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
Hebreos 12:1 (RV 2020)
Sobre la carrera: puedo llegar a la meta (si corro bien), con la “nube de testigos” de ejemplo a seguir, debo “deshacerme” de todo peso (lastre), también echar fuera el pecado (que embauca); y debo correr por mi vida, con perseverancia.
Cuando alguien oye la palabra del reino pero no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo, pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, tropieza sin dilación. El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra y se hace infructuosa. Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.
Mateo 13:19–23 (RV 2020)
La semilla: la Palabra de Dios (Lucas 8:11) es sembrada en diferentes tierras (los corazones), dispongo mi vida para ser una “buena tierra” para Él; que oye y atiende, entiende y da fruto continuo; así correr para alcanzar la vida eterna.
Hagámoslo con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual para alcanzar el gozo que le era propuesto sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza que debía pasar, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió contra sí mismo tanta hostilidad de parte de los pecadores, para que el cansancio y el desánimo no se apoderen de vosotros.
Hebreos 12:2–3 (RV 2020)
Y correr con un enfoque seguro: Jesús, quien sufrió la cruz, vergüenza, y tanta hostilidad de los pecadores; para no ser desanimados. Podemos ser fácilmente apartados (Mateo 13:19-23), y fuera por amar este mundo (1 Juan 2:15-17).
Dichoso el que resiste la tentación, porque cuando haya pasado la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman.
Santiago 1:12 (RV 2020)
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación” (VRV60), porque persevera en la pista de carrera, en este mundo caído por el pecado (Romanos 3:9; Efesios 2:1-5), que no golpea al aire, que se cuida en el Señor (1 Corintios 9:26–27).
Y les dijo Jesús: —Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allí arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados. Porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Juan 8:23–24 (RV 2020)
Abandonando la incredulidad, debo creer y obedecer al Señor con todo mi corazón, alma y mente; de lo contrario moriré en mis pecados (Juan 8:24). Y acabar la carrera, guardar la fe, pelear la buena batalla cada día; en espera de mi corona.
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:7–8 (RV 2020)
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