Orgullo, lejos de la voluntad de Dios

 


¿O pensáis que la Escritura dice en vano: «El Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros nos anhela celosamente»? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. 

Santiago 4:5–6 (RV 2020)


El orgullo del hombre le pone lejos de entender los propósitos de Dios, dejando la soberbia necesitamos seguir Sus mandamientos y a conformarnos a Su voluntad. Él aborrece los ojos altivos (orgullo), primero en una serie de siete.


Seis cosas aborrece el Señor, y aun siete le son abominables: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que corren presurosos al mal, el testigo falso, que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. 

Proverbios 6:16–19 (RV 2020)


Me volveré contra vosotros, y sucumbiréis delante de vuestros enemigos. Los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. Si aun con estas cosas no me escucháis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados. Quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro y vuestra tierra como bronce. 

Levítico 26:17–19 (RV 2020)


Israel (el pueblo de Dios del AT) sufrió las consecuencias por “la soberbia de su orgullo”. Pecaron al no escuchar a Dios ni cumplir sus mandamientos, por la oposición a Su voluntad y no oír a Dios (Levítico 26:14-21), por su orgullo.


El día del Señor viene: día terrible, de indignación y ardor de ira, para convertir el país en soledad y raer de él a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; 

el sol se oscurecerá al nacer y la luna no dará su resplandor. Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; haré que cese la arrogancia de los soberbios y humillaré la altivez de los tiranos. 

Isaías 13:9–11 (RV 2020)


El juicio de Dios sobre un Israel orgulloso vino con “indignación y ardor de ira” por la “arrogancia de los soberbios”. Aún por alcanzar la salvación y ser uno del reino de los cielos (bienaventurado) debo ser “pobre en espíritu”; no un orgulloso.


Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 

Mateo 5:3 (RV 2020)


El hombre orgulloso, confía sólo en “su mejor comprensión” y desecha a los demás (1 Corintios 4:6). El orgullo presagia la falsa enseñanza (1 Timoteo 6:3-4), controversias y discusiones por la ignorancia de la Palabra de Dios. 


Hermanos, esto lo digo por amor a vosotros y he puesto por ejemplo a Apolos y a mí mismo para que aprendáis de nosotros a no pensar más allá de lo que está escrito, no sea que os sintáis orgullosos por favorecer a uno en perjuicio del otro. Porque ¿quién te hace superior? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no te lo hubieran dado? 

1 Corintios 4:6–7 (RV 2020)


Toda doctrina falsa (hecha por hombres religiosos) tiene su origen en la ceguera que trae el orgullo, por ignorancia y una “mente corrupta”; no tienen la verdad y piensan que la piedad (servir al Señor Jesucristo) es un negocio —¿lucrativo?.


Si alguno enseña otra cosa y no se adhiere a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está cegado por el orgullo, no sabe nada, está enfermo de controversias y discusiones, de las que nacen envidias, pleitos, calumnias, sospechas malignas y altercados continuos, propios de personas de mente corrupta, privados de la verdad, y que piensan que la piedad es un negocio. 

1 Timoteo 6:3–5 (RV 2020)


Necesitamos abandonar todo orgullo, sin elevar nuestras almas a cosas vanas (Salmo 24:4), para recibir los beneficios del cuidado divino y la condición de estar en Su presencia debo ser humilde. No debo oponerme a Sus propósitos.


¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas ni ha jurado con engaño. Él recibirá bendición del Señor y justicia del Dios de salvación. 

Salmo 24:3-5 (RV 2020)


La justicia perfecta de Dios será mi recompensa, si limpio mi corazón de orgullo, falsas doctrinas, pleitos, arrogancia, celos y todo tipo de pecado. Podré verlo y habitar en Su presencia; en Su salvación seré bienaventurado.


Bienaventurados los de limpio corazón, 

porque ellos verán a Dios.  

Mateo 5:8 (RV 2020)


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