Sufrimiento en el mundo
Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis adversarios.
Salmo 6:6–7 (RV 2020)
En tiempo de angustia David busca a Dios en condiciones de sufrimiento. En su oración al Padre de los cielos pide Su misericordia; confía en que Dios puede librar su alma, a pesar de enfermedad y su realidad en circunstancias de dolor.
Y Dios le dio al hombre esta orden: —De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.
Génesis 2:16–17 (RV 2020)
A causa de la desobediencia, violar el único mandamiento dado por Dios en el huerto del Edén al hombre, así es como la creación perfecta decayó por pecar contra Dios. Y gemimos (sufrimos) en esta vida, esperando la redención eterna.
Pues estoy convencido de que lo que padecemos en este tiempo no es comparable con la gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros. Porque la creación espera con impaciencia la manifestación de los hijos de Dios. La creación fue sometida al fracaso, no por su propia voluntad, sino porque alguien la sometió, pero con la esperanza de que también la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta ahora toda la creación gime con dolores de parto. Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, mientras esperamos la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Romanos 8:18–23 (RV 2020)
Dios usa el sufrimiento para fortalecer nuestra vida, lo hizo con Pablo, quien a pesar de rogar al Padre porque le quite su “aguijón” del cuerpo, conoció el propósito divino de su aflicción: cuando era débil, entonces era fuerte en Cristo.
Y para que por la grandeza de las revelaciones no me envanezca demasiado, se me clavó un aguijón en mi cuerpo, un ángel de Satanás para que me abofetee. Tres veces he rogado al Señor que me lo quite. Pero él me ha dicho: «Te basta mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me jactaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo habite en mí. Por eso, por Cristo me complazco en las debilidades, en los insultos, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
2 Corintios 12:7–10 (RV 2020)
Para un(a) cristiano(a), la condición de vida se encuentra al servicio del Señor, aunque afligidos en diversas pruebas; el tiempo de presión refina nuestra fe, igual que un material valioso (el oro), para la alabanza, gloria y honra de Jesucristo.
Por lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas. Si el oro, que es perecedero, se prueba con fuego, cuánto más vuestra fe, que es de más valor, debe ser sometida a prueba. Así, al ser probada, vuestra fe se convertirá en motivo de alabanza, gloria y honra cuando se manifieste Jesucristo.
1 Pedro 1:6–7 (RV 2020)
Sin cura para las enfermedades y el sufrimiento humano en esta vida, por causa del pecado, y la desobediencia a Dios (Génesis 3; Deuteronomio 28:58, 60-61). Él nos consuela en todas las tribulaciones, para una salvación eterna.
Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros también podamos consolar a los que están sufriendo, con el mismo consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestro consuelo. Pues si somos atribulados es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados es para vuestro consuelo y salvación, de modo que podáis soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos.
2 Corintios 1:4–6 (RV 2020)
Tenemos la promesa divina del consuelo allá en el cielo (Apocalipsis 21:4; 22:2), donde no habrá más llanto, clamor, ni dolor, la salud será eterna. Podemos aún alegrarnos en medio del sufrimiento, sin sorprendernos de la “tremenda prueba”. Confía en la gloria que gozaremos en Cristo.
Amados, no os sorprendáis de la tremenda prueba de fuego que os ha sobrevenido, como si fuera algo insólito. Al contrario, alegraos de participar en los sufrimientos de Cristo, para que cuando su gloria se revele también os gocéis en triunfo.
1 Pedro 4:12–13 (RV 2020)
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