Corazones contaminados

 

Jesús replicó: —Os aseguro que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. Y el esclavo no permanece en la casa para siempre, pero el hijo sí. De manera que si el Hijo os libera seréis verdaderamente libres. 

Juan 8:34–36 (RV 2020)

Muchos no aprecian su necesidad de justicia, sin aceptar cuán malos pueden ser sus corazones, que tan malvados llegan a ser (Jeremías 17:9). El Señor sondea los corazones (Apocalipsis 2:23), ve lo impuro del corazón humano.

Enseñaba, pues, que aquello que sale de la persona contamina a la persona, porque de dentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al ser. 

Marcos 7:20–23 (RV 2020)

La maldad que se forma en el interior del ser humano es lo que finalmente “llena” su corazón y contamina a otros. Cuando permito ser “infectado” del pecado que este mundo caído sigue, mi corazón se llenará con la maldad y la insensatez.

Todo acontece de la misma manera a todos; lo mismo les ocurre al justo y al malvado, al bueno, al puro y al impuro, al que sacrifica y al que no sacrifica; lo mismo al bueno que al pecador, tanto al que jura como al que teme jurar. Hay un mal en todo lo que se hace bajo el sol, y es que un mismo destino aguarda a todos, y que el corazón de los seres humanos está lleno de mal y de insensatez durante toda su vida. Y que después de esto se van con los muertos.   

Eclesiastés 9:2–3 (RV 2020)

Todo hombre tiene un problema con su corazón, al ser fuente de muchos males; los malos pensamientos conducen a la contaminación interior, la raíz de varios males que siguen, al unirse a la voluntad producen malas palabras y acciones.

Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo arrastran y lo seducen. Estos malos deseos conciben y dan a luz el pecado; y el pecado, una vez cometido, da a luz la muerte. 

Santiago 1:13–15 (RV 2020)

La humanidad tiene un problema del corazón (Génesis 6:5, 8:21). Así que, en este mundo nos hacemos pecadores (Santiago 1:14-15; Romanos 3:23); estando esclavizados al poder del pecado (Juan 8:34; Romanos 7:18-20).

Vio el Señor que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal; y se arrepintió el Señor de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. 

Génesis 6:5–6 (RV 2020)

A menos que el pecado deje de llenar con maldad nuestro corazón moriremos espiritualmente (Romanos 6:23), y eternamente (Apocalipsis 21:8). Sólo la Palabra de Dios tiene el poder de salvar nuestras almas en Cristo (Santiago 1:21).

Entonces Jesús se dirigió a los judíos que habían creído en él: —Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. 

Juan 8:31–32 (RV 2020)

Jesús ofrece verdadera libertad del pecado (Juan 8:36), libertad de la culpa del pecado en Su sangre (Mateo 26:28; Efesios 1:7), quita el poder del pecado, a través de Su Espíritu (el Espíritu Santo) (Romanos 8:9, 12-13; Efesios 3:16)

Así que, hermanos, tenemos una deuda, pero no con la carne, para que vivamos conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios… 

Romanos 8:12–14 (RV 2020)

¿Cómo vivir contaminado en tu corazón, sabiendo con qué facilidad te haces un esclavo del pecado? Jesús ofrece la única vía de limpiar esa contaminación. Jesús ofrece Su sangre para expiar tus pecados, y el de todos. Obedeciendo Su Palabra, el Evangelio que nos salva.

Por eso, dejando toda inmundicia y tanta maldad, recibid con docilidad la palabra plantada en vosotros, la cual puede salvar vuestras almas. 

Santiago 1:21 (RV 2020)

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