Jesús lo hizo por mí
Considerad a aquel que sufrió contra sí mismo tanta hostilidad de parte de los pecadores, para que el cansancio y el desánimo no se apoderen de vosotros.
Hebreos 12:3 (RV 2020)
Las Escrituras enseñan que Jesús hizo mucho por nosotros, se entregó a hacer todo lo que el Padre diseñó por nuestra salvación. Esto nos debe alentar y dar el ánimo que necesitamos; hoy estamos en Su cuidado para lograr la vida eterna.
Por lo tanto, nosotros también, que tenemos a nuestro alrededor tan grande nube de testigos, deshagámonos de todo lastre, y del pecado que nos embauca, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Hagámoslo con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual para alcanzar el gozo que le era propuesto sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza que debía pasar, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Hebreos 12:1–2 (RV 2020)
Poner nuestra mirada en Jesús nos da las fuerzas para correr la carrera de la fe verdadera, la que nos conduce al cielo. Él sufrió la cruz por mí “menospreciando la vergüenza” que debía pasar. Estando extraviados se compadece de cada uno.
Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: —Ciertamente, la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Mateo 9:36–38 (RV 2020)
Jesús hizo todo por salvarnos, porque le importas es que fue a la cruz. Humillado debo dejarme guiar por la “poderosa mano de Dios”, para que al tiempo de mi necesidad Él me exalte para vida eterna. Porque Dios tiene cuidado de nosotros.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:6–7 (RV 2020)
Jesús se quedó sin hogar para que tú y yo podamos tener un hogar celestial, Él no tuvo dónde recostar su cabeza por comunicar la verdad de Dios; Jesús fue a prepararte una mansión eterna (Juan 14:1-3), Él desea cuidarnos por siempre.
Entonces se le acercó un escriba y le dijo: —Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le respondió: —Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.
Mateo 8:19–20 (RV 2020)
Cristo Jesús tomó la forma de un siervo, se despojó de Su naturaleza divina para hacerse como yo; Él se hizo pobre para que tú y yo pudiéramos ser ricos (2 Corintios 8:9), y nos enseñó a acumular tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20).
Así que, vosotros sentid esto mismo que Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los seres humanos…
Filipenses 2:5–7 (RV 2020)
Quiero habitar junto al Señor, allá en el cielo, al dejar esta vida. Dios nos hizo con el único propósito de que seamos revestidos de gloria “para que lo mortal sea absorbido por la vida”. Con Él vivo confiado, aunque esta mi tienda “gime”.
Asimismo los que estamos en esta tienda gemimos con angustia, pues no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pero Dios es el que nos hizo para esto mismo, y quien también nos ha dado la garantía del Espíritu. Por eso siempre vivimos confiados, pues sabemos que mientras estamos en el cuerpo, estamos lejos del Señor (porque por fe andamos, no por vista). Pero estamos confiados, y preferimos mucho más dejar el cuerpo para ir a habitar junto al Señor.
2 Corintios 5:4–8 (RV 2020)
Sí, Jesús fue al sacrificio, por mí. Sufrió, y consumó la fe verdadera con Su muerte; con Misericordia nos cuida, dejó el cielo y se hizo como tú y yo, para que seamos semejante a Él en gloria. Nos quiere a Su lado por siempre, ¡celebremos la fiesta!, con una fe sincera, en verdad y servicio fiel.
Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, así como sois, sin levadura. Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
1 Corintios 5:7–8 (RV 2020)
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