No negligente en dar


 

El Señor no dejará que el justo padezca hambre, mas rechazará la codicia de los malvados. La mano negligente empobrece, pero la mano de los diligentes enriquece. 

Proverbios 10:3–4 (RV 2020)


Es posible dar “buenas razones” por las que dejaríamos de involucrarnos en la ayuda y el cuidado de otros (sin tiempo o dinero, inconvenientes, miedo). Dejar de atender a las necesidades termina siendo una crueldad (Lucas 10: 30-37).


Y Dios es poderoso para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, tengáis siempre todo lo necesario, con abundancia para practicar toda clase de buenas obras. Así está escrito: Repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre. 

2 Corintios 9:8–9 (RV 2020)


Podemos pensar que hoy tenemos poco que ofrecer, sin oportunidad de ayudar, sin darnos cuenta que la capacidad de ser útiles ayudando proviene de Dios; se subestima lo que Él hace por cada uno y lo que desea hacer a través de nosotros.


El que es negligente en su trabajo es hermano del hombre destructor. 

Proverbios 18:9 (RV 2020)


No deseamos ser asociados con quien vive del mal, el “hombre destructor”; una razón de negligencia está determinada por la actitud equivocada. Debo ser útil y responsable con mis capacidades, no menospreciar los caminos del Señor.


La pereza hace caer en profundo sueño, y la persona negligente padecerá hambre. El que guarda el mandamiento guarda su vida, pero el que menosprecia los caminos del Señor, morirá. 

Proverbios 19:15–16 (RV 2020)


El llamado a cuentas en la parábola de Jesús nos instruye: quien no es útil con sus dones (capacidades, aptitudes, posesiones) como un “siervo malo y negligente” será juzgado. Desposeído de todo y echado en las tinieblas, fuera.


Le respondió su señor: «Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y al venir yo hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dádselo al que tiene diez, porque al que tiene se le dará y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí será el lloro y el rechinar de dientes». 

Mateo 25:26–30 (RV 2020)


Debemos hacer lo que podemos hacer, así hizo la mujer que ungió a Jesús en Betania (Marcos 14:8-9), igual que la viuda pobre (Marcos 12:41-44); ambas dieron de sí con el propósito de servir a Jesús y a Dios, usaron lo que poseían.


Dado que tenemos diferentes dones, según la gracia que nos fue dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con alegría. 

Romanos 12:6–8 (RV 2020)


Necesitas dar, compartir con sencillez y alegría para quienes tienen necesidad (Romanos 12:8), como miembro de la iglesia reunir la ofrenda para los santos, dando sin tristeza ni obligado, como tu corazón lo propuso (2 Corintios 9:6-7).


En cuanto a la ayuda para los creyentes, está de más que yo os escriba, pues conozco vuestra buena disposición… 

2 Corintios 9:1–2 (RV 2020)


Nuestra participación en ser de ayuda a los hermanos es como el Señor nos usa para Su servicio: “Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35). Ser obedientes al Evangelio de Cristo debe ser nuestra prioridad; gozando del don de Dios: participar en dar y en recibir.


Por la experiencia de esa administración ellos glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por vuestra generosa contribución para ellos y para todos. Además, orarán por vosotros, pues os aman a causa de la eminente gracia que Dios os ha dado. ¡Gracias a Dios por su don inenarrable! 

2 Corintios 9:13–15 (RV 2020)


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