Oh, Su Misericordia


Alabad al Señor, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos del Señor, los que ha redimido del poder del enemigo y los ha congregado de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur. 

Salmo 107:1–3 (RV 2020)


Cuando los cristianos nos reunimos para adorar en el día del Señor, damos gracias a Dios con alegre alabanza por Su Misericordia, que libera a los redimidos de su enemigo. 


Esta porción de los Salmos se refiere a que Dios liberó a los judíos exiliados del cautiverio babilónico más de 500 años antes de que Jesús viviera, cumpliendo el anuncio de Dios como único redentor (Isaías 43). Aquella liberación estaba presagiando la reunión del Evangelio, de "… un remanente escogido por la gracia de Dios" (Romanos 11:5) de los cuatro rincones de la tierra. 


El poder redentor de la cruz se levanta como un gran monumento a la Misericordia duradera y eterna de Dios. Todos los que oigan el llamado del Evangelio de Cristo y lo obedezcan, serán salvos del pecado y de la muerte (Romanos 1:16; Efesios 1:13).


Pedro, tomando la palabra, dijo: —Ahora comprendo verdaderamente que Dios no hace acepción de personas. Él se agrada de todo aquel que le teme y hace justicia, sea de la nación que sea. 

Hechos 10:34–35 (RV 2020)


¡Oh sí, nuestro Dios es bueno y digno de ser alabado, hoy y todos los días! Por Cristo Jesús.


Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo —es por gracia que sois salvos— y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 

Efesios 2:4–7 (RV 2020)


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