El placer humano es vanidad
Entonces me dije a mí mismo: «Vamos ahora, te probaré con el placer: gozarás de lo bueno». Pero esto también era vanidad. A la risa dije: «Enloqueces»; y al placer: «¿De qué sirve esto?».
Eclesiastés 2:1–2 (RV 2020)
Mientras deduce sabiamente que las posesiones materiales no satisfacen ni la carne ni el alma, Salomón consideró si el propósito de la vida se podía encontrar en el placer. Allí, él descubre que "… esto también era vanidad". No se negó a ningún deseo, ni “placer alguno”, “se gozaba de todo lo que hacía”; “… y todo era vanidad y aflicción de espíritu, sin provecho bajo el sol”.
No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo lo que hacía. Esta fue la recompensa de todas mis fatigas. Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me había tomado para hacerlas; y todo era vanidad y aflicción de espíritu, sin provecho bajo el sol.
Eclesiastés 2:10–11 (RV 2020)
Hoy, muchos/as corren tras el placer que ofrece esta vida, lo que se convierte en una prioridad incesante, ¿cierto? Pero, la revelación divina dice que "… aun en medio de la risa se duele el corazón, y el término de la alegría es la congoja" (Proverbios 14:13). Algunos caminos “parecen rectos” aunque conducen a la muerte, y hasta de esto “se hastía el necio de corazón”.
Hay caminos que parecen rectos, pero al final conducen a la muerte. Aun en medio de la risa se duele el corazón, y el término de la alegría es la congoja. De sus caminos se hastía el necio de corazón, pero la persona de bien estará contenta con el suyo.
Proverbios 14:12–14 (RV 2020)
El placer no es un “antídoto” (escape, fuga, o refugio), ni previene las penas de la vida; y mucho menos, no puede evitar la muerte del alma por la práctica del pecado. En sí, “normalmente” el mundo impío encuentra placer sólo mientras practica el pecado (fornicación, adulterio, vicios sexuales, alcohol, drogas, etc.)
Alégrate, joven, en tu juventud, y deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Déjate llevar por donde tu corazón y tus ojos quieran llevarte, pero recuerda que de todo esto Dios te pedirá cuentas. Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad.
Eclesiastés 11:9–10 (RV 2020)
Disfruta de la vida según tu tiempo (juventud, adolescencia, adultez, vejez), pero mantente en perspectiva de agradar a Dios con tus actos, y “recuerda que de todo esto Dios te pedirá cuentas”; así que, “aparta de tu carne el mal“ (el vivir en el pecado).
La alegría verdadera y duradera (el gozo de cada cristiano/a) se encuentra sólo en el Señor Jesucristo, la alegría que "nadie podrá quitarnos"; ningún placer humano puede siquiera compararse, ni llenar el gozo de nuestra comunión con Él.
… pero os volveré a ver y de nuevo y se alegrará vuestro corazón con una alegría que nadie podrá quitaros.
Juan 16:22 (RV 2020)
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