¿Materialismo?
No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo lo que hacía. Esta fue la recompensa de todas mis fatigas. Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me había tomado para hacerlas; y todo era vanidad y aflicción de espíritu, sin provecho bajo el sol.
Eclesiastés 2:10–11 (RV 2020)
El rey Salomón fue sabio, rico y poderoso. Con la sabiduría dada por Dios él consideró el propósito de la vida, en su esfuerzo por “descubrir en qué consistía el bienestar de los seres humanos y qué es lo que hacían bajo el cielo en los días contados de su vida" (Eclesiastés 2:3).
Luego consideré todas las obras que habían hecho mis manos, y el duro trabajo con que me había afanado en hacerlas, ¡y he aquí todo era vanidad y correr tras el viento! No había provecho alguno debajo del sol.
Eclesiastés 2:11 (BTX IV)
Salomón descubre que complacer los placeres y recompensar sus trabajos no satisfizo su anhelo más profundo; sólo eran “¡… vanidad y correr tras el viento! (Eclesiastés 2:11, BTX IV). Trabajó duro y se recompensó con bienes materiales, y al hacerlo aprendió que las cosas materiales son sólo temporales y no pueden cumplir el propósito de la vida; que son “sin provecho alguno”.
El que ama el dinero no se saciará de dinero; y el que ama la riqueza no sacará fruto. También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, aumentan también quienes los consumen. ¿Qué beneficio, pues, tendrá su dueño, aparte de verlos con sus propios ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
Eclesiastés 5:10–12 (RV 2020)
Pero, hay diferencia entre el que “ama el dinero y… la riqueza” con quien trabaja con un propósito noble. El trabajo honesto es bueno, y disfrutar del fruto del trabajo de uno es honorable (“dulce es el sueño del trabajador”). Y cuando alguien alcanza “sus metas” (básicas) sólo quiere “más, ¡vamos por más!”, ¿cierto?
Asimismo, a todo aquel a quien Dios da bienes y riquezas, le da también facultad para que coma de ellas, tome su parte y goce de su trabajo. Esto es don de Dios.
Eclesiastés 5:19 (RV 2020)
La adquisición de bienes materiales (dinero, riqueza) no es el objetivo final de la vida. Las cosas materiales nunca pueden satisfacer el propósito de la vida para quienes están hechos a imagen de Dios; Él “da bienes y riquezas”, y con Su provisión te da la facultad de tomar tu parte y gozar de tu trabajo, es Su don para nosotros; no así las posesiones.
Y ciertamente la piedad es un gran negocio cuando uno se contenta con lo que tiene, porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar. Así que, si tenemos sustento y abrigo, estemos contentos con eso.
1 Timoteo 6:6–8 (RV 2020)
Encontrar el significado de la vida en la ganancia material (materialismo) es como tratar de atrapar el viento. "Teme a Dios y cumple sus mandamientos. Eso es el todo del ser humano" (Eclesiastés 12:13). Y no transites por el “doloroso camino” del materialismo; busca a Dios y obedece a Su llamado en Jesucristo.
Hay un mal doloroso que he visto bajo el sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su propio mal, que se pierden por mal empleadas, y al hijo que ellos engendraron nada le queda en la mano. Desnudo salió del vientre de su madre y así volverá; se irá tal como vino, pues, nada de lo que obtuvo se podrá llevar en su mano. También eso es un gran mal: que tal como vino se haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán, dolor y miseria.
Eclesiastés 5:13–17 (RV 2020)
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