Jesucristo y Su Majestad


 

… hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo. Aparición que: a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo poderoso, Rey de reyes y Señor de señores…

1 Timoteo 6:14–15 (RV 2020)


Jesús encarnó y demostró la majestad divina en sus palabras y obras. Sólo Él es digno de alabanza por siempre (Apocalipsis 5:13). Y solamente Él es asombroso, espléndido y magnífico, lo vemos en Sus obras y Sus propósitos perfectos por nuestra salvación.


Cuando el muchacho iba acercándose, el demonio le derribó y le producía convulsiones, pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. Todos se admiraban ante la grandeza de Dios. 

Lucas 9:42–43 (RV 2020)


Quienes presenciaron la expulsión del demonio “se admiraban ante la grandeza (majestad) de Dios”. Pedro declaró más tarde que los apóstoles fueron “testigos oculares de su majestad” en la transfiguración (2 Pedro 1:16-18). 


En el mismo instante recobré la cordura, la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; fui restablecido en mi reino, y se me concedió mayor grandeza. Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

Daniel 4:36–37 (RV 2020)


La "majestad" es un atributo de la realeza humana, Dios otorgó a Salomón tal "gloria (majestad) en su reino” como ninguno antes de él (1 Crónicas 29:25). Fue el rey Nabucodonosor quien habló de la “majestad” que Dios le había dado; engrandeció y glorificó al Rey del cielo por todas Sus obras verdaderas y caminos justos  (Daniel 4:36-37; 5:18-19). 


Cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos siguiendo fábulas artificiosas, sino como testigos oculares de su majestad.

2 Pedro 1:16 (RV 2020)


Hoy, todos apreciemos la majestad de Jesucristo en Su Palabra. Si vives de acuerdo con Su glorioso pacto, eres transformado/a para reflejar la gloria del Señor (2 Corintios 3:18). Gózate en nuestro Señor y obedezcamos Su voluntad; refleja Su gloriosa majestad en tu vida diaria.


Sin ninguna dificultad podemos contemplar “a cara descubierta la gloria del Señor”, así como se revela en Su Palabra; y apreciando Su Majestad puedes ser transformado/a en Su imagen, por Su Espíritu que obra en ti. ¡Contempla hoy y cada día Su Majestad!


Por lo tanto, todos nosotros, contemplando a cara descubierta la gloria del Señor, como reflejada en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor. 

2 Corintios 3:18 (RV 2020)


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