¿Qué le espera a tu alma en el cielo?


Y por esto también gemimos pues deseamos ser revestidos de aquella nuestra casa celestial… 

2 Corintios 5:2 (RV 2020)


Anhelamos y buscamos “algo mejor” cada día ¿cierto?, sin recordar que como  hijos e hijas de Dios tenemos reservada una casa celestial. Nos desenfocarnos y olvidamos verdades eternas que nos permiten un mejor paso por nuestro día a día; y tu alma sufre, todos gemimos. 


No se angustie vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a prepararos un lugar. Y una vez me haya ido y haya preparado lugar, vendré de nuevo y os llevaré conmigo, para que estéis también donde yo esté. 

Juan 14:1–3 (RV 2020)


Y, ¿dónde está tu fe para no creer a las palabras de Jesús?, porque Él dice que nuestro corazón no se angustie; si creo en Dios debo creer en Jesús: Él volverá y nos llevará consigo, a moradas eternas en el cielo; allí donde Dios tiene Su casa, en la vida eterna (Mateo 25:46; Romanos 6:23; Marcos 10:29-30).


Y si hijos, también herederos; ciertamente herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues estoy convencido de que lo que padecemos en este tiempo no es comparable con la gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros. 

Romanos 8:17–18 (RV 2020)


Como hijos e hijas de Dios seremos glorificados para ingresar en el cielo, “si es que padecemos juntamente con él” (Romanos 8:17), o algunas veces somos “expuestos públicamente a insultos y atropellos” (Hebreos 10:33) por vivir para una “herencia perdurable” y heredar con Cristo de Su gloria.


Algunas veces fuisteis expuestos públicamente a insultos y atropellos, y otras veces llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, pues sabíais que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los  cielos. 

Hebreos 10:33–34 (RV 2020)


Por estas razones Dios es bendito por siempre, por Su fidelidad y amor con que Él nos protege para recibir una herencia en el cielo, “incorruptible, inmaculada e imperecedera” (1 Pedro 1:4), “reservada en los cielos” para nosotros; y somos protegidos por Su poder para alcanzar Su salvación.


Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de los muertos, nos hizo renacer a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Herencia que está reservada en los cielos para vosotros, que sois protegidos por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final. 

1 Pedro 1:3–5 (RV 2020)


Si, un día tu alma y la mía gozarán de la gloria eterna (2 Corintios 4:16-18), un cuerpo incorruptible (1 Corintios 15:49-55), y la herencia incorruptible (Mateo 6:19-20). Porque nos espera la corona de vida (1 Corintios 9:25; 2 Timoteo 4:6-8) mientras llevemos una vida “santa y piadosa” y esperemos “con ansias la venida del día de Dios” (2 Pedro 3:12), donde todo se destruirá por el fuego mientras somos llevados al cielo.


Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas, conviene que vuestra manera de vivir sea santa y piadosa, mientras esperáis con ansias la venida del día de Dios. Ese día, los cielos arderán y serán destruidos, y los elementos se derretirán por el calor del fuego. 

2 Pedro 3:11–12 (RV 2020)


Pensemos, ¿por qué vivir desenfocado/a espiritualmente cada día, buscando y anhelando mejores cosas de la vida presente? Lo mejor se encuentra allá en el cielo, y espera por tu alma y la mía.


Según la promesa de Dios esperamos nuestra morada celestial “cielos nuevos y tierra nueva”; habitar en Su gloria, vivir en Su justicia eternamente. ¿Cómo no esperar y vivir por la salvación que sólo Dios provee?, persevera y avanza en tu fe cada día; sí, el cielo espera por nosotros y lo vale.


Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales habita la justicia. 

2 Pedro 3:13 (RV 2020)


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