Silencio, escucha a Dios
Sabed que Yhvh hizo apartar al piadoso para sí; Yhvh escucha cuando clamo a Él. Airaos, pero no pequéis; Meditad en vuestro corazón, En silencio sobre vuestro lecho.
Salmo 4:3–4 (BTX IV)
Una vida piadosa busca atender a Dios en cada circunstancia, ya que también busca conocer el carácter de Dios en medio de su condición a través de Su Palabra; así es como Él oye su clamor. El silencio y la meditación en Su voluntad nos hace enfocarnos en Sus propósitos y vivir confiados.
… Y he aquí Yhvh pasaba: y un grande y poderoso viento destrozaba las montañas y rompía las peñas delante de Yhvh, pero Yhvh no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero Yhvh no estaba en el terremoto. Después del terremoto hubo un fuego, pero Yhvh no estaba en el fuego. Y después del fuego hubo un susurro apacible y delicado.
1º Reyes 19:11–12 (BTX IV)
El ángel de Dios fue con Elías y le invitó a salir de la cueva donde se escondía, el peligro de morir sin cumplir los propósitos de Dios lo detuvo allí. Así, en tal condición el profeta supo oír a Dios, no en el torbellino, no en el terremoto, ni en el fuego, porque Dios estaba disponible en el susurro apacible.
He aquí, todas estas cosas hace Dios con el hombre, Dos veces, y aun tres veces, Para rescatar su alma del sepulcro, Para que resplandezca con la luz de la vida. Pon atención Job, óyeme; Calla, y yo hablaré. Si tienes algo que decir, respóndeme. Habla, que yo te quiero justificar. Si no, óyeme tú a mí; Calla, y yo te enseñaré sabiduría.
Job 33:29–33 (BTX IV)
Job tuvo que aprender a guardar silencio, a través de sus reclamos a Dios, mientras él sufría en medio de sus pesares y pretendía entender lo injusto de su condición; en el silencio Dios le enseñó sabiduría. Y, ¿qué impide oír hoy a Dios en Su Palabra?
Diste alegría a mi corazón, mayor que la de ellos, Aun cuando abundan en grano y mosto. En paz me acostaré y asimismo dormiré, Porque solo Tú, Yhvh, me haces vivir confiado.
Salmo 4:7–8 (BTX IV)
En la meditación silenciosa el rey David pudo comprender los beneficios que Dios provee, aun cuando abundan en bienes los que no temen a Dios su alegría era mayor, ¿por qué?: sólo Dios provee la verdadera alegría (el gozo), paz y descanso reparador, una vida que vive confiada en Él.
Mirad, pues, hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo. Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, en tanto se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado. Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo con tal que retengamos firme hasta el fin el fundamento, en tanto se dice: Hoy, cuando escuchéis su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la rebelión.
Hebreos 3:12–15 (BTX IV)
Hoy, en el tiempo presente es cuando debo escuchar, tener presente a Dios, a través de la exhortación que viene de Sus palabras, así no ser endurecido/a “por el engaño del pecado”; y hoy debo “escuchar su voz” para ser partícipe de Cristo, hasta el final.
Cuando vayas a la Casa de Dios guarda tu pie, y acércate más para oír, que para ofrecer el sacrificio de los necios, porque no saben que hacen mal.
2 No te des prisa con tu boca, ni se apresure tu corazón a proferir palabra ante Ha-Elohim, porque Ha-Elohim está en los cielos y tú en la tierra, por tanto, sean pocas tus palabras. 3 Porque de las muchas ocupaciones vienen los sueños, y de las muchas palabras el dicho del necio.
Eclesiastés 5:1–3 (BTX IV)
Desde el AT el llamado al pueblo fue que se se acercara “más para oír” que para ofrecer “las muchas palabras” del necio. Porque para oír debes guardar silencio y así tomar atención, necesitas la calma que provee la meditación, sin la agitación del “necio”.
Sabed, mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; 20 porque la ira del hombre no da lugar a la justicia de Dios. 21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, acoged con mansedumbre la Palabra implantada, que puede salvar vuestras almas.
Santiago 1:19–21 (BTX IV)
Si, el escuchar en silencio nos brinda el beneficio de recibir, de acoger Su Palabra “con mansedumbre”, esta Palabra es la que puede salvar mi alma. Pero, antes necesito desechar “toda inmundicia y abundancia de malicia” para oír a Dios; sí, Él quiere que me salve.
No deberíamos vivir “a la deriva” sin oír las palabras de Dios, ya que no escaparemos de la condenación si tenemos en poco Su salvación, la cual proclamada por el Señor fue confirmada por Dios a través del NT. Hoy, tómate el tiempo en guardar silencio y oír la voz de Dios desde Su Palabra.
Por lo cual debemos dar más solícita atención a las cosas que fueron oídas, no sea que andemos a la deriva. 2 Porque si la palabra hablada por medio de ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros, teniendo en poco una salvación tan grande?, la cual, comenzando a ser proclamada por el Señor, nos fue confirmada por los que lo oyeron, 4 testificando Dios juntamente con ellos mediante señales y prodigios, y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo, conforme a su voluntad.
Hebreos 2:1–4 (BTX IV)
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