Jesucristo, mi Dios y Salvador

 


… mientras aguardamos el feliz cumplimiento de nuestra esperanza y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Tito 2:13 (RV 2020)


La verdad de Jesucristo no puede ser negada. Aunque halla oposición a Su Palabra: Dios ha sido encarnado, Su encarnación fue diseñada para eliminar el pecado, Él es sin pecado. Nuestra salvación se hizo posible en Su muerte.


Por tanto, todo lo sufro por amor de los escogidos, para que ellos también consigan la salvación que es en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esto que digo es muy cierto: Si morimos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si le negamos, él también nos negará; si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo. 

2 Timoteo 2:10–13 (RV 2020)


El Emanuel (Dios con nosotros) intervino en la historia de la humanidad, con el propósito de quitar nuestros pecados. Debemos “morir con Él” para vivir, “sufrir con Él” para reinar; nunca negarlo. Soy participante de Su reino obediente y fiel.


Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.

1 Juan 3:5 (RV 2020)


La promesa de Dios se hizo real “y a su debido tiempo” manifiesto a todos. Y fue predicado el Evangelio con el mensaje de salvación para todo el que oye a Dios y obedece a Su Palabra. Por mandato divino, obediente obtengo mi salvación.


… en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios, nuestro Salvador. 

Tito 1:2–3 (RV 2020)


Y vino a ser sacrificio perfecto delante de Dios por nosotros. Para salvarnos del pecado proveyó un medio de rescate, Su sangre preciosa. ¿Por qué no recibir de Su amor? Él es mi Dios y mi Salvador.


Bien sabéis que fuisteis rescatados de una vida sin sentido, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. Ya estaba destinado desde antes de la creación del mundo, pero ha sido manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros.

1 Pedro 1:18–20 (RV 2020)


Todos quienes participamos de su sacrificio, hemos sido hechos hijos e hijas de Dios, reconciliados con Él. Y llevamos el mensaje de la reconciliación, para quienes aún no han alcanzado la salvación de sus almas. Dios nos ama.


Mientras sea de día, nos es necesario hacer las obras del que me envió, porque cuando viene la noche, ya nadie puede trabajar. Mientras que estoy en el mundo, soy la luz del mundo. 

Juan 9:4–5 (RV 2020)


La luz verdadera estuvo entre nosotros y nos enseñó con Su ejemplo a “hacer las obras del que me envió”, podemos hacer la voluntad de Dios con nuestras vidas. Ser parte de Su salvación, obedeciendo al mensaje del Evangelio de Jesucristo.


Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo, como Salvador del mundo.

1 Juan 4:14 (RV 2020)


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