Tus palabras sanas

 


El de labios mentirosos encubre el odio; el que propaga la calumnia es un necio. En las muchas palabras no falta pecado; el que refrena sus labios es prudente. 

Proverbios 10:18–19 (RV 2020)


¿Mentir, calumniar y hablar de más? Es seguro que son expresiones comunes al interior de  una conversación “normal”, aceptada por muchos porque “todos lo hacen así”. Tus palabras te identifican, si eres persona prudente, o lo contrario.


Preséntate tú en todo como ejemplo de buenas obras. Cuando enseñes hazlo con integridad y seriedad, con un mensaje sano e intachable, de modo que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de vosotros.

Tito 2:7–8 (RV 2020)


Cada cristiano(a), como un(a) ministro de Cristo debe ser ejemplo de acciones buenas, sus palabras deben ser sanas. Que cada hijo(a) de Dios enseñe “con integridad y seriedad, con un mensaje sano e intachable”.  Que honre a Dios


Ninguna palabra obscena salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, para beneficio de los oyentes. Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 

Efesios 4:29–30 (RV 2020)


Sí, tus palabras identifican varias cosas sobre ti. Es importante que protejas tu boca y hables cosas buenas “para la necesaria edificación”, que desarrolle un carácter piadoso en ti y en los que oyen; das a conocer tus valores espirituales.


Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él cree, no será defraudado.

Romanos 10:9–11 (RV 2020)


Si tus palabras contaminan a otros no puedes ser "de un corazón puro". Toda persona habla de sus intereses, si los tuyos son eternos confesarás a Jesús con palabras y acciones. Obediente a Su fe, confiesas a Cristo para salvación.


A cualquiera, pues, que me confiese delante de los demás, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los demás, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos. 

Mateo 10:32–33 (RV 2020)


Para alcanzar la vida eterna ante el Padre de los cielos, debo confesar a Jesús aquí en la tierra. Cada tiempo es propicio para compartir mi fe en Cristo. Usando mis palabras para enseñar el Evangelio, para que otros se salven.


Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano y juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino que te eriges en juez de la ley. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y condenar; pero tú, ¿quién eres tú para que juzgues a otro? 

Santiago 4:11–12 (RV 2020)


Las palabras muestran cómo valoras a los demás. No usaré las mías para un juicio injusto (hablando mal de mi hermano), sólo Dios salva o condena en Su juicio. Debo juzgar con justicia. Palabras sanas, que den gloria a Dios.


Comportaos sabiamente con los no creyentes, y aprovechad bien el tiempo. Procurad que vuestra conversación sea siempre agradable y de buen gusto, para que sepáis responder a cada uno como convenga. 

Colosenses 4:5–6 (RV 2020)


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