Necesidad de un Salvador
Y por esto mismo aún trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todas las personas, especialmente de los creyentes.
1 Timoteo 4:10 (RV 2020)
Mientras caminas, avanzando en tu vida, no se aprecia lo que más importa. Puedes lograr tus cosas y planes con empeño, esfuerzo, dedicación, crees alcanzarlo todo. Aún así, todos y cada uno necesitamos de un Salvador: Jesucristo.
A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin pecado y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y poder, ahora y por todos los siglos. Amén.
Judas 24–25 (RV 2020)
Mientras creces en tu vida, violas tu sentido del deber, el estándar por el que se nos responsabiliza. Hacemos bien (a veces) y más el mal (mucho más), ante Dios fallamos; mientras llevas una vida pecaminosa, te apartas de Su voluntad.
Tú tienes la convicción que la fe te ha dado. Guárdala para ti mismo delante de Dios. Dichoso aquel que no se considera culpable con la decisión que toma. Pero el que duda sobre lo que come, se condena a sí mismo, porque no lo hace con la convicción que da la fe; y todo lo que no proviene de una convicción de fe, es pecado.
Romanos 14:22–23 (RV 2020)
En la era cristiana, todos estamos "bajo la ley de Cristo" (1 Corintios 9:21). Quebrar Su ley (1 Juan 3:4) al no ser obedientes, o ir en contra de nuestra sana conciencia es “pecado”, y nos deja en condición de enemistad con Dios.
En lugar de eso, deberíais decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Vosotros, en cambio, os jactáis con arrogancia, y tal clase de jactancia es mala. El que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado.
Santiago 4:15–17 (RV 2020)
Con un sentido de “no depender de nadie”, muchas veces con arrogancia y jactancia obramos nuestras decisiones, si no hacemos lo bueno que sabemos hacer cometemos pecado. Nuestras iniquidades y pecados nos separan de Dios.
No se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros.
Isaías 59:1–2 (RV 2020)
Las malas acciones crean enemistad y separación con nuestro Creador (Isaías 59:1-2; Colosenses 1:21-23; Santiago 4:4). En el día del juicio, en mis pecados sufriré la separación de Dios, el "fuego y castigo eterno" (Mateo 25:41-46).
El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz, pues los pensamientos de la carne llevan a la enemistad contra Dios, porque no se sujetan, ni pueden sujetarse, a la ley de Dios; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Romanos 8:6–8 (RV 2020)
Todos necesitamos de un Salvador, Cristo nos limpia del pecado con Su sangre y permite vencer a este mundo de maldad (Romanos 8:37). Obedezco al Evangelio y sigo con fidelidad la guía de Jesucristo para gozar Su salvación y gloria eterna; en Su Gracia sí soy salvo.
Esta gracia nos enseña que, al renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en estos tiempos de manera sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos el feliz cumplimiento de nuestra esperanza y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Tito 2:12–13 (RV 2020)
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