En Su sangre
Ellos mismos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de testimonio que dieron; pues menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Apocalipsis 12:11 (RV 2020)
La sangre de Cristo es preciosa. Nuestro rescate fue posible por la sangre que Él vertió en la cruz. ¿Cuán valiosa es tu alma? Jesús lo sabe, Él pagó el precio, lavó nuestros pecados en Su sangre (Apocalipsis 1:5), porque Él nos ama.
Bien sabéis que fuisteis rescatados de una vida sin sentido, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
1 Pedro 1:18–19 (RV 2020)
Un rescate se llevó a cabo en la muerte de Jesús allá en la cruz del calvario. El Cordero de Dios que quita los pecados (Juan 1:29, 36) entregó Su vida porque seamos transformados a un cuerpo de gloria, a Su semejanza (Filipenses 3:21).
En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Y esto es posible por las riquezas de su gracia, que derramó abundantemente sobre nosotros llenándonos de toda sabiduría y entendimiento.
Efesios 1:7–8 (RV 2020)
Cristo nos da el perdón de pecados en Su sangre, la redención (el pago hecho por nuestro rescate). Su Gracia llegó a nosotros, Él “derramó abundantemente” para llenarnos de todo entendimiento y sabiduría de Su voluntad, para ser salvos
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas sobre los impuros, santifica y purifica sus cuerpos, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Hebreos 9:13–14 (RV 2020)
Cristo nos redime para Dios, pagando el precio del rescate (1 Pedro 1:19), limpia nuestra conciencia de todo lo malo que hayamos hecho, para servir a Dios. Las “obras muertas” de nuestro pecado nos mantuvo en una condenación eterna.
… y de Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de los muertos y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea gloria e imperio para siempre jamás. Amén.
Apocalipsis 1:5–6 (RV 2020)
Jesucristo provee justicia. Somos salvos del castigo eterno (Romanos 5:9), Él nos ama y lava nuestros pecados. Nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, de reinar para servir a Dios (Apocalipsis 5:9-10), ahora en Su reino (Colosenses 1:13).
Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su cuerpo.
Hebreos 10:19–20 (RV 2020)
El sacrificio de Cristo nos santifica (Hebreos 10:10), es una vía segura e ingreso libre hasta Dios. Podemos entrar a la presencia del Padre celestial, debes considerar el valor de nuestro rescate: la sangre preciosa de nuestro Señor y Salvador. Por amor murió por ti y por mi.
Bien sabéis que fuisteis rescatados de una vida sin sentido, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
1 Pedro 1:18–19 (RV 2020)
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