Su sangre preciosa

 


Ellos mismos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de testimonio que dieron; 

pues menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 

Apocalipsis 12:11 (RV 2020)


Los cristianos del siglo I “menospreciaron sus vidas hasta la muerte”, sin temer a la persecución ni al poder de la Roma imperial (Apocalipsis 12:11); y salieron vencedores de la prueba de su fe “por medio de la sangre del Cordero”, conscientes de que el rescate dado por su salvación fue la sangre preciosa de Cristo.


Bien sabéis que fuisteis rescatados de una vida sin sentido, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 

1 Pedro 1:18–19 (RV 2020)


Una vida sin propósito ni sentido logra ser valiosa y especial para Dios, por el rescate efectuado por cada uno de Sus hijos, por la ofrenda del Cordero de Dios “sin mancha y sin contaminación”. Su sangre es mucho más valiosa que los metales que se compran por un precio. Tu salvación en Cristo es muy valiosa.


Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas sobre los impuros, santifica y purifica sus cuerpos, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? 

Hebreos 9:13–14 (RV 2020)


Sólo la sangre de Cristo limpia nuestras conciencias de “obras muertas”, para servir a Dios con nuestras vidas. Ahora sí, nuestra existencia tiene un propósito valioso, honrar a Dios y servirlo en adoración continua (Lucas 4:8). Por la gracia de Dios hemos sido provistos del perdón de nuestros pecados, para ser sólo de Él.


En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Y esto es posible por las riquezas de su gracia, que derramó abundantemente sobre nosotros 

llenándonos de toda sabiduría y entendimiento. 

Efesios 1:7–8 (RV 2020)


Todo entendimiento y sabiduría divina fueron enviados del cielo, para los que somos de Cristo, lavados en Su sangre preciosa, que alcanzamos redención (el pago del rescate por nuestra alma); libres de la condenación eterna, porque ninguna condena hay para los que están en Cristo (Romanos 8:1), por su preciosa sangre.


Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su cuerpo. También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios. 

Hebreos 10:19–21 (RV 2020)


Ahora en Cristo, tenemos una vía segura. Un ingreso libre a la presencia de nuestro Dios “por la sangre de Jesucristo”; en esta vida a Su servicio, teniendo todos un “camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo”. Así Él se hizo nuestro gran Sumo sacerdote para siempre (Hebreos 5:6) ante el trono de Dios el Padre.


Con mucha más razón, ahora que ya hemos sido justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque, si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, al estar reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos enorgullecemos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación. 

Romanos 5:9–11 (RV 2020)


Recibimos la justicia que proviene de Dios, llegando a ser “salvos de la ira”, cuando fuimos reconciliados con Él, y en Cristo somos “salvos por su vida”; porque Su sacrificio nos santifica, nos permite una vida de santificación “por el Espíritu y la fe en la verdad (2 Tesalonicenses 2:13). Por la ofrenda de Jesucristo.


Al decir primero: Sacrificio y ofrenda, holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron —cosas que se ofrecen según la ley—, y luego añadir: He aquí, vengo, Dios, para hacer tu voluntad, quita lo primero para establecer esto último. En virtud de esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 

Hebreos 10:8–10 (RV 2020)


Tu alma es preciosa para Jesús. Él lo sabe, y pagó el precio por tu alma, con Su sangre; por eso, la sangre de nuestro Salvador es preciosa. Porque el valor de un rescate es posible determinarlo por el pago que se hace. La sangre de Jesucristo nos lava de nuestros pecados, Él nos ama (Apocalipsis 1:5). Si aún no eres de Cristo, lava tus pecados en Su sangre preciosa.


Gracia y paz a vosotros de parte del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono, y de Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de los muertos y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre… 

Apocalipsis 1:4–5 (RV 2020)


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