Nuestra salvación


Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por ella; pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan. 

Mateo 7:13–14 (RV 2020)


La salvación fue diseñada, anunciada, ejecutada, preparada y ofrecida por Dios, para todos (1 Timoteo 2:4); pero tristemente pocos serán salvos (Lucas 13:23-30). Debo entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida eterna.


¿De qué le servirá a uno ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. 

Mateo 16:26–27 (RV 2020)


En nuestra vida nada puede ser más importante que la salvación (Mateo 16:26), debo atender a la Palabra de Dios para alcanzar los beneficios de la salvación (1 Juan 5:13); alcanzar la vida eterna obediente al Evangelio de Cristo.


Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y sabemos que él está en nosotros por el Espíritu que nos ha dado.    

1 Juan 3:23–24 (RV 2020)


Entonces, ¿cómo puedo saber que soy salvo? El NT es claro en asegurarnos que si guardo los mandamientos de Dios, entonces Él está en nosotros por el Espíritu Santo, porque conocemos a Dios (1 Juan 2:3), porque soy de Cristo.


Podemos estar seguros de que permanecemos en él y él en nosotros, porque nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo, como Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él y él en Dios. 

1 Juan 4:13–15 (RV 2020)


Si practico Su justicia, porque he nacido de Él (1 Juan 2:29), si amo a mis hermanos (1 Juan 3:14, 19), y recibí su Espíritu (1 Juan 4:13), puedo vivir seguro de que permanezco en Dios, salvo por Su Gracia, a través de la fe (Efesios 2:8).


Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no en virtud de obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia. Y lo ha hecho por medio del lavamiento que nos permite nacer de nuevo y por la renovación del Espíritu Santo… 

Tito 3:4–5 (RV 2020)


La bondad de Dios se reveló para nosotros, para que logremos alcanzar Su salvación. Nos salvó no por nuestras buenas obras (actos buenos) sino por Su Misericordia, nos lavó en la sangre de Cristo y nos permitió nacer de nuevo.


Ya es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva, ¿qué pasará con el malvado y el pecador? De modo que los que sufren según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien. 

1 Pedro 4:17–19 (RV 2020)


Si, la salvación es para los fieles, porque Su juicio se inicia por Su casa; la iglesia del Señor. Si “somos del día” en Cristo vivimos seguros, ya que estamos revestidos con “la coraza de la fe y del amor”; fe obediente y amor por Dios, quien nos destinó para Su Salvación en Él.


Pero nosotros, que somos del día, estemos sobrios, pues nos hemos revestido con la coraza de la fe y del amor, y con el casco de la esperanza de la salvación. Dios no nos ha destinado para el castigo, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. 

1 Tesalonicenses 5:8–9 (RV 2020)


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