Que no te dé vergüenza
Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, de esa persona también se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Marcos 8:38 (RV 2020)
Ningún cristiano/a tendrá vergüenza de Su Señor y Salvador, ni de sus enseñanzas para obedecerlas, en este mundo de maldad e injusticia a causa del pecado. Ni desearías que Jesucristo se avergüence de ti cuando vuelva otra vez por llevar a Su iglesia con Él, ¿verdad? —No te avergüences de ser un/a hijo/a de Dios.
Hagámoslo con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual para alcanzar el gozo que le era propuesto sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza que debía pasar, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Hebreos 12:2 (RV 2020)
La tarea diaria es posible mirando a tu Señor y Salvador, ¿sabes? Jesús no se avergonzó de morir en la cruz por tus pecados; sino que, “para alcanzar el gozo que le era propuesto sufrió la cruz”. Si te avergüenzas de Su Evangelio, Él se avergonzará de ti en Su regreso (Marcos 8:38). ¡Entiende que esto es algo terrible!
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y ninguna cosa que Dios ha creado puede ocultarse de su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.
Hebreos 4:12–13 (RV 2020)
Siendo la “espada del Espíritu”, Su palabra tiene la capacidad de derrotar intentos de Satanás por atraparnos y destruir nuestras almas (Efesios 6:17). Así, los pecadores arrepentidos pueden ser salvos a través de la obediencia (Romanos 1:16-17; Marcos 16:15-16).
A esto os llamó por medio de nuestro evangelio: para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que os hemos enseñado personalmente o por carta. Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones y os confirme en toda buena palabra y obra.
2 Tesalonicenses 2:14–17 (RV 2020)
Entonces, ¿tienes una actitud positiva hacia el Evangelio?; la negación de Jesús por Pedro es una real advertencia para todos, de que podemos negarlo (Mateo 26:69-75). Dios nos llama por el Evangelio “para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”, la salvación tiene propósitos de eternidad gloriosa para quienes obedecen.
No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres». Sed sobrios como es debido y no pequéis, porque algunos no conocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
1 Corintios 15:33–34 (RV 2020)
Viviendo y compartiendo entre amigos y amistades, un(a) cristiano(a) no debe cambiar su actitud reverente hacia su Señor, engañándose. Debes mantener la sobriedad, atento(a) con la vista espiritual en Cristo, tampoco deberías llevar la vergüenza de no conocer a tu Dios.
Si alguno piensa que tiene de qué confiar en lo que ha hecho, yo más: fui circuncidado al octavo día, soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, soy fariseo; en cuanto a celo, fui perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la ley, soy irreprochable. Pero todas las cosas que para mí eran ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y más aún, ciertamente todas las cosas las considero pérdida por el privilegio de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él he perdido todo esto y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…
Filipenses 3:4–8 (RV 2020)
El apóstol Pablo hizo más que no estar avergonzado del Evangelio (Romanos 1:16). Su vida lo demostró, dejándonos un ejemplo consistente; él abandonó un futuro prometedor en la religión judía por amor y por el privilegio de conocer al Señor, perdiendo todo “para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8).
Yo ya estoy próximo a ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:6–8 (RV 2020)
Todo cristiano(a) puede pelear la buena batalla, acabar su carrera y guardar la fe (como Pablo). Sin avergonzarse de Su Salvador ni de Su mensaje, el Evangelio que salva. Y recibir la corona de justicia que el Señor dará a los fieles, los que sin vergüenza alguna, aman Su venida.
El Evangelio de Cristo es poderoso. Con el poder de penetrar en el corazón y los pensamientos del hombre (Hebreos 4:12); expone el pecado y transforma la mente “por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:1-2). Que no te de vergüenza ser uno/a que pertenece al Señor Jesucristo, ni se Su Evangelio.
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar para los judíos y también para los griegos. Porque en el evangelio, la justicia de Dios es revelada por medio de la fe y para la fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Romanos 1:16–17 (RV 2020)
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