Gloriosa aparición de Cristo
Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro mísero cuerpo en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
Filipenses 3:20–21 (RV 2020)
La segunda venida del Señor será gloriosa: Él vendrá en gloria (Mateo 25:31); será su última venida (Hechos 1:11); “para salvar a los que le esperan”(Hebreos 9:28). Y, debes esperar Su venida estando preparado/a (apartados), aptos para ir con Él.
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones. Entonces apartará a los unos de los otros como aparta el pastor las ovejas de los cabritos y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.
Mateo 25:31–33 (RV 2020)
Recuerda: “Él transformará nuestro mísero cuerpo en un cuerpo glorioso semejante al suyo” (Filipenses 3:21), así, cada cristiano/a guarda la fe y pelea la buena batalla; acaba la carrera y es coronado/a. Ama “Su venida”.
Yo ya estoy próximo a ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:6–8 (RV 2020)
Habrá recompensas a la venida del Señor, “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27), las preguntas que Jesús hace suenan hoy como sencillas advertencias para ti: ¿de qué sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?, ¿qué darás a cambio?
¿De qué le servirá a uno ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Os aseguro que algunos de los que están aquí no morirán sin antes haber visto al Hijo del Hombre venir en su Reino.
Mateo 16:26–28 (RV 2020)
¿Por qué hacer a un lado el amor de Dios por nosotros?, Él muestra cuánto nos ama “para que seamos llamados hijos de Dios”, y aunque no se ha manifestado aun lo que seremos, “seremos semejantes a él”. Y, en nuestra esperanza nos purificamos “así como él también es limpio”.
Mirad cuánto nos ama el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo ha conocido a él. Muy amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él también es limpio.
1 Juan 3:1–3 (RV 2020)
Somos llamados a recibir un cuerpo glorioso como el de Cristo: “la gracia de Dios ha sido revelada para la salvación de toda la humanidad”, y enseña que renunciemos “a la impiedad y deseos mundanos”; espera Su gloriosa venida, se parte de Su pueblo dedicado a hacer el bien.
Porque la gracia de Dios ha sido revelada para la salvación de toda la humanidad. Esta gracia nos enseña que, al renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en estos tiempos de manera sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos el feliz cumplimiento de nuestra esperanza y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, totalmente dedicado a hacer el bien.
Tito 2:11–14 (RV 2020)
Hoy, todos somos llamados a la salvación de Jesús por medio del Evangelio, si lo obedeces, si eres bautizado/a para el perdón de tus pecados serás un/a hijo/a de Dios; recibirás en tu vida el amor del Padre para salvación eterna.
Está establecido para todos y morir una sola vez y luego el juicio, también está establecido el único sacrificio de Cristo por nosotros; Él vendrá en Su gloria para salvar a quienes lo esperan: Su llamado es para ti, ven hoy a Él.
Y de la manera que está establecido que todos los seres humanos mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos. Luego aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan.
Hebreos 9:27–28 (RV 2020)
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