Vivir en paz y esperanza eterna
Sabemos que si se deshace la casa terrenal, esta tienda que es nuestro cuerpo, Dios nos tiene preparado en los cielos un edificio, una casa eterna, no hecha por manos humanas. Y por esto también gemimos pues deseamos ser revestidos de aquella nuestra casa celestial, porque así se nos encontrará vestidos y no desnudos. 2 Corintios 5:1–3 (RV 2020) La esperanza proviene de Dios. Si ves la vida física como algo “permanente” no esta bien; porque somos espirituales en la forma como fuimos creados por Dios. Una residencia permanente sólo es posible fuera de la vida física, en “nuestra casa celestial”. Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1 (RV 2020) Si vives de acuerdo a la voluntad de Dios te permites estar en paz con Él, con la esperanza de la vida eterna. Si te encuentras “en Cristo” mantienes una condición segura delante del Padre eterno, sin proveer para la carne (Romanos 13:14) y