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Mostrando entradas de noviembre, 2024

Vivir en paz y esperanza eterna

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Sabemos que si se deshace la casa terrenal, esta tienda que es nuestro cuerpo, Dios nos tiene preparado en los cielos un edificio, una casa eterna, no hecha por manos humanas. Y por esto también gemimos pues deseamos ser revestidos de aquella nuestra casa celestial, porque así se nos encontrará vestidos y no desnudos. 2 Corintios 5:1–3 (RV 2020) La esperanza proviene de Dios. Si ves la vida física como algo “permanente” no esta bien; porque somos espirituales en la forma como fuimos creados por Dios. Una residencia permanente sólo es posible fuera de la vida física, en “nuestra casa celestial”. Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1 (RV 2020) Si vives de acuerdo a la voluntad de Dios te permites estar en paz con Él, con la esperanza de la vida eterna. Si te encuentras “en Cristo” mantienes una condición segura delante del Padre eterno, sin proveer para la carne (Romanos 13:14) y

Anuncio silencioso de Su muerte

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  Así pues, todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.  1 Corintios 11:26 (RV 2020) ¿Qué anuncia la Cena del Señor cuando participamos de ella? Jesús murió por los pecadores (Romanos 5:7-8). ¿Y, hasta cuándo nos dice esto? Hasta el día que en Él vuelva (Apocalipsis 22:20). Cada domingo (el primer día de la semana) la iglesia se reúne para hacer este anuncio. El que da testimonio de estas cosas dice: —Ciertamente vengo pronto. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.  Apocalipsis 22:20–21 (RV 2020) Sí, Él dejó Su testimonio de volver pronto por nosotros… Y, el ES y la iglesia (la Esposa) dicen: !Ven¡ El que oye, diga: !Ven¡ (verso 17). ¿Esperas Su regreso confiando en Su testimonio? Cada domingo un/a cristiano/a tiene el privilegio de anunciar Su pronta venida, al participar de la Cena del Señor. Cuando aún éramos débiles, a su tiempo, Cristo murió por los impíos. En r