Vivir en paz y esperanza eterna


Sabemos que si se deshace la casa terrenal, esta tienda que es nuestro cuerpo, Dios nos tiene preparado en los cielos un edificio, una casa eterna, no hecha por manos humanas. Y por esto también gemimos pues deseamos ser revestidos de aquella nuestra casa celestial, porque así se nos encontrará vestidos y no desnudos.

2 Corintios 5:1–3 (RV 2020)


La esperanza proviene de Dios. Si ves la vida física como algo “permanente” no esta bien; porque somos espirituales en la forma como fuimos creados por Dios. Una residencia permanente sólo es posible fuera de la vida física, en “nuestra casa celestial”.


Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.

Romanos 8:1 (RV 2020)


Si vives de acuerdo a la voluntad de Dios te permites estar en paz con Él, con la esperanza de la vida eterna. Si te encuentras “en Cristo” mantienes una condición segura delante del Padre eterno, sin proveer para la carne (Romanos 13:14) y viviendo ante Él “conforme al Espíritu” divino.


Ofreced sacrificios de justicia y confiad en el Señor. Muchos son los que dicen: «¿Quién nos mostrará el bien?». Alza sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.  

Salmo 4:5–8 (RV 2020)


Cuando con tu vida elevas a Dios “sacrificios de justicia”, obediente a Sus mandamientos y sirviendo a Sus propósitos, así es como puedes vivir confiado, a través de Su cuidado y protección. Y, así puedes ir a dormir en paz, con la alegría de vivir en la comunión que me bendice, cada día en Él.


El que recibe su testimonio atestigua que Dios es veraz. Pues aquel a quien Dios envía habla las palabras de Dios, pues Dios no da el Espíritu de forma limitada.

Juan 3:33–34 (RV 2020)


Sí, a través de Su Espíritu eterno nosotros recibimos la verdad de Dios, el testimonio que vino del cielo con Su Hijo, para nuestra salvación, esperanza y paz. Si tú vives firme en la fe y sirves al Señor a través de las dificultades, tu alma se encuentra segura con el Señor (2 Corintios 5:1, 8).


Voz del Señor que desgaja las encinas y desnuda los bosques. En su templo todo proclama su gloria. El Señor preside en el diluvio y se sienta el Señor como rey para siempre. El Señor dará poder a su pueblo; El Señor bendecirá a su pueblo con paz. 

Salmo 29:9–11 (RV 2020)


Dios da fuerza a su pueblo y lo bendice con Su paz. Por esta razón todos debemos amar la ley eterna de Dios y ser de Cristo; no caer ni tropezar (Salmos 119:165, 167), porque somos guiados por el Espíritu, que revela Su Palabra y ofrece salvación; y tendremos así vida y paz (Romanos 8:6). 


No estéis preocupados por nada, sino más bien, dad a conocer vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. 

Filipenses 4:6–7 (RV 2020)


Al creer, es Dios quien nos llena de paz y hace que abunde en ti y en mí una esperanza, que es de vida eterna (Romanos 15:13). Sí, deberías participar del lugar que Cristo preparó para nosotros, así podremos vivir con Él por la eternidad (Juan 14:1-3). 


Y todo empieza por obedecer Su llamado en el Evangelio; sí, hoy puedes ser uno/a con Él, en paz y esperanza viva. ¿Quien no quiere vivir confiado/a hoy? ¿Por qué no te permites una vida en paz y esperanza eterna, en la salvación que sólo se encuentra en Cristo?


Pero estamos confiados, y preferimos mucho más dejar el cuerpo para ir a habitar junto al Señor.

2 Corintios 5:8 (RV 2020)


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